Navega el navegante, aunque sepa que jamás tocará las estrellas que lo guían

¡Salud a la cofradía trotacalle y trotamundo!


viernes, 21 de septiembre de 2012

por mucho que el mismo Hercules no quisiera el gato maullaría

oda al verano (en su último día)


[En Hamlet: la reina Gertrudis cuenta a su marido Claudio y a Laertes la muerte de Ofelia:]

CLAUDIO.- ¿Qué ocurre de nuevo, amada Reina?

GERTRUDIS.- Una desgracia va siempre pisando las ropas de otra; tan inmediatas caminan. Laertes tu hermana acaba de ahogarse.

LAERTES.- ¡Ahogada! ¿En dónde? ¡Cielos!

GERTRUDIS.- Donde hallaréis un sauce que crece a las orillas de ese arroyo, repitiendo en las ondas cristalinas la imagen de sus hojas pálidas. Allí se encaminó, ridículamente coronada de ranúnculos, ortigas, margaritas y luengas flores purpúreas, que entre los sencillos labradores se reconocen bajo una denominación grosera, y las modestas doncellas llaman, dedos de muerto. Llegada que fue, se quitó la guirnalda, y queriendo subir a suspenderla de los pendientes ramos; se troncha un vástago envidioso, y caen al torrente fatal, ella y todos sus adornos rústicos. Las ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su desgracia, o como criada y nacida en aquel elemento. Pero no era posible que así durarse por mucho espacio. Las vestiduras, pesadas ya con el agua que absorbían la arrebataron a la infeliz; interrumpiendo su canto dulcísimo, la muerte, llena de angustias.

LAERTES.- ¿Qué en fin se ahogó? ¡Mísero!

GERTRUDIS.- Sí, se ahogó, se ahogó.

LAERTES.- ¡Desdichada Ofelia! Demasiada agua tienes ya, por eso quisiera reprimir la de mis ojos... Bien que a pesar de todos nuestros esfuerzos, imperiosa la naturaleza sigue su costumbre, por más que el valor se avergüence. Pero, luego que este llanto se vierta, nada quedará en mí de femenil ni de cobarde... Adiós señores... Mis palabras de fuego arderían en llamas, si no las apagasen estas lágrimas imprudentes.

CLAUDIO.- Sigámosle, Gertrudis, que después de haberme costado tanto aplacar su cólera, temo ahora que esta desgracia no la irrite otra vez. Conviene seguirle.

W Shakespeare



2 comentarios:

estrella dijo...

Me voy a ver una de sus peliculas este fin de semana. Por aqui esta nublado y llovizna...

Anisia Serendipia dijo...

Aquí, hoy muchísimo calor pero mañana lloverá