Navega el navegante, aunque sepa que jamás tocará las estrellas que lo guían

¡Salud a la cofradía trotacalle y trotamundo!


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sábado, 28 de julio de 2012

a punto de lloverme


CALIBÁN
No temas; la isla está llena de sonidos
y músicas suaves que deleitan y no dañan.
Unas veces resuena en mi oído el vibrar
de mil instrumentos, y otras son voces
que, si he despertado tras un largo sueño,
de nuevo me hacen dormir. Y, al soñar,
las nubes se me abren mostrando riquezas
a punto de lloverme, así que despierto
y lloro por seguir soñando.

Shakespeare


anejo a la segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer



de Olímpica

Lo mejor es el agua, y también el oro, como ardiente fuego
que refulge en la noche coronando la soberbia riqueza.
Pero, si certámenes atléticos cantar anhelas, querido corazón, ni busques otro astro más cálido que el sol  que brilla por el día en el aire diáfano,
ni ensalcemos otra competición superior a la de Olimpia.
Allí el himno clamoroso se origina
gracias a la inteligencia de sabios poetas,
para que al hijo de Crono, Zeus, canten los que acuden
a la espléndida y feliz morada de Hierón.

Píndaro

anejo a dime qué nombre habéis puesto a estos ejercicios, o mejor aún, ¿qué decís que hacen éstos?

viernes, 27 de julio de 2012

la segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer

esto es para todos


A estas playas acercaos
de la mano.
Saludo y beso traerán
silencio al mar.
Bailad con gracia y donaire;
los elfos canten
el coro.

Shakespeare

dime qué nombre habéis puesto a estos ejercicios, o mejor aún, ¿qué decís que hacen éstos?

Anacarsis.- ¿Cuáles son los premios entre vosotros? 
Solón.- Coronas de olivo, en las olimpíadas




"Pitágoras le respondió que la vida de los hombres le parecía comparable a aquel mercado que se organizaba en Olimpia con gran espectáculo de juegos y con la participación de toda Grecia. Allí unos intentaban alcanzar la gloria y el honor de una corona con sus bien adiestrados cuerpos, otros iban allí por la ambición de comprar o de vender y por las ansias de riqueza; finalmente había otra clase de espectadores, éstos con mucho los más nobles, que no buscaban el aplauso ni las riquezas, sino que venían a contemplar el espectáculo y observaban con interés lo que se hacía y cómo se hacía". Cicerón

"Felíz tú, que después de un gran esfuerzo, tienes el recuerdo de los elogios más bellos. Entre cuarenta aurigas que han sucumbido en la arena, tú, animosamente has sabido conducir tu carro intacto y desde estos juegos gloriosos has llegado a la ciudad de tus padres"

Píndaro