Un apunte…en MUGALARI
Chrysallis, esta preciosa palabra cobija al corpúsculo de personas que siendo niñas nacen con pene y siendo niños con vulva y que se saben así. Y también a sus seres queridos.
El origen etimológico primigenio de la palabra está en el griego
khrysallis, derivado de
khrysos, que significa oro. Le sostienen el sufijo griego formador de sustantivos
-al, y el elemento
-ido que indica aspecto o naturaleza, así resulta
el dorado.
Los insectos con metamorfosis completa presentan en su círculo de vida cuatro estados de desarrollo: huevo, larva, pupa e imago. La pupa, entre la larva y el imago, se caracteriza por su estado quiescente a pesar de que se pueda mover, y de ella surgirá el adulto. La crisálida es el tipo de pupa característica de las mariposas, anagrama de la asociación
Chrysallis, y el nombre lo recibió por ese matiz dorado. Ya Aristóteles, en su faceta naturalista llamaba a las pupas así: crisálidas.
El martes vi en la televisión a una amiga mía. Hablaba sobre su hijo que hasta los cinco años fue su hija. Contaba como un día una persona de 5 años reivindicó su identidad. Curiosamente estas dos personas son también doradas, como las crisálidas de las mariposas. Después leí en este medio que con motivo de la celebración del
Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia Transfobia y Bifobia se había organizado en Durango la exposición fotográfica “
Caras contra la homofobia”. En el recibidor de San Agustín Kultur Gunea. La tarde del sábado fui a la representación de una obra de teatro en la que los actores tenían 13 años. Todos en plena pubertad, todos eran adolescentes, y mientras se desarrollaba la trama e iban apareciendo los actores iba pensando en todas esas pequeñas «tragedias incomprendidas» que se viven en esa etapa de descubrimiento de la propia identidad que es la adolescencia. Me invitó uno de los actores y el acto se celebraba en San Agustín, por eso fue que vi la exposición arriba mencionada. Y recordé aquello que un día me contó esa amiga a la que había visto en la tele. Que es equivocado incluir a los transexuales entre gays, lesbianas y bisexuales porque sería como poner … y personas rubias. O sea, ella y yo. Que para entender la transexualidad hay que comprender que se trata de una cuestión de IDENTIDAD, no de DESEO. En ningún caso está relacionado con el sexo o con la práctica sexual.
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Mutatis mutandis_La persona transexual lo sabe desde la infancia. Sabe que NO ES HOMOSEXUAL porque su problema no tiene que ver con el «
deseo» sino con la «
identidad» y afecta a la totalidad de la persona. Que en el tema de la transexualidad queda mucho por resolver, y en el de la transexualidad infantil queda todo. Pero desde
Chrysallis Euskal Herria ya están haciendo historia, porque esta va a ser la primera generación de niños y niñas transexuales vascos que van a poder
SER. Como decían los latinos, están
cambiando lo que se debía cambiar.
He leído a una experta apuntar que ésta es la gran cuenta pendiente del colectivo LGTB, aprender la diferencia entre género y sexo para no confundir conceptos. Los niños con expresiones de género no normativas son niños femeninos y niñas masculinas. Los niños transexuales quieren ser reconocidos como los niños o niñas que son, y no como las niñas o niños que se les adjudica ser según sus genitales al nacer. El transexualismo es una condición poco habitual pero hay miles en el mundo y dicen que en esa aceptación social de su identidad, a pesar de los prejuicios y la discriminación, viven todos una vida agradable y plena.
Dice mi amiga que un amigo suyo trans suele decir «nosotros éramos personas luchando por sus derechos, ahora sois padres y madres peleando por sus hijos y eso, ¡no hay quien lo pare!». No hay quien lo pare porque estas madres, incluidos quedan los padres, están haciendo aquello que dijo un poeta: que
en su sombra les florezcan estrellas.
Izar.
¿La exposición? Si no la han visto se la cuento porque ya terminó. Son muchos rostros con un breve texto. Algo así como este:
¡Fraternidad! Que ya está bien de fastidiar al semejante.
Estoy vestido de mí mismo
Paul Eluard