Cuando salí y me acerqué a comprar flores Je sortis en ville et achetai des fleurs car j’avais décidé d’aller sur la tombe de ma femme fue con la intención de visitar la tumba de mi mujer. J’avais mis dans ma poche un paquet de bâtons d’encens pris à l’autel familial en el bolsillo llevaba un puñado de varas de incienso que había cogido en el butsudán. Dans quelques jours c’était la fête des Morts, le premier 15 août depuis la mort de ma femme, et je n’étais plus du tout certain maintenant que ma ville natale restât intacte jusque-là. A cause des restrictions d’électricité on ne travaillait pas ce jour-là, et pourtant je ne vis aucun autre homme se promener en ville comme moi, dès le matin, un bouquet de fleurs à la main. Je ne connaissais pas le nom de mes fleurs, mais un certain charme champêtre se dégageait de leurs délicats pétales jaunes. Elles respiraient l’été. (seguir leyendo en Ce matin du 6 août 1945, à Hiroshima…)
«El 6 de agosto de 1945 a las 8.15 de la mañana cayó sobre la ciudad de Hiroshima la primera bomba atómica de la historia de la humanidad. Tres días después, el 9 de agosto, la fuerza aérea de Estados Unidos lanzó una segunda bomba sobra la ciudad de Nagasaki. Eran las 11.01 de la mañana. Los datos hablan por sí solos: en Hiroshima murieron de forma instantánea unas 140 000 personas; en Nagasaki alrededor de 70 000. No son datos exactos, pues muchas víctimas desaparecieron por completo, se volatilizaron como si nunca hubieran existido. Además, los datos censales de la época no eran tan rigurosos como en la actualidad. En los días, semanas, meses y años siguientes a la explosión. La gente siguió muriendo como consecuencia de las heridas o de las enfermedades derivadas de la exposición a la radiactividad. Si a las víctimas mortales se suman los desaparecidos, los heridos y los huérfanos, la cifra ofrece una dimensión terrorífica. Y eso que todo sucedió en apenas unos segundos.».
"Una y otra vez me venia a la cabeza el espectáculo de la ciudad arrasada por el fuego, las cenizas que la inundaban todo,los rostros inexpresivos de las gentes......Vencido por el insomnio,recordé que el trayecto en autobús desde Hatchobori hasta la estación ,el viento que entraba por la ventana traía un olor extraño: sin duda era el olor de la muerte. Por la mañana temprano escuche el sonido de la lluvia. Al día siguiente regrese a Yahata. Mi sobrino me siguió.No tenia ni zapatos para calzarse"
All alone
in silence at the dome,
Hiroshima Day
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