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jueves, 16 de octubre de 2014

la feria de las galerías


de arte en la Frieze de Londres ( hasta el 19 de octubre)

by Jenny Holzer en el box de Sprüth Magers en la Frieze Masters


Y yo gocé el privilegio de que la Ilusión desde que abrí los ojos, fuese mi nodriza

ya que este año se conmemora el 400 aniversario de su muerte yo,comisaría de arte con un proyecto de un 10, Quiero vender mi poesía para poder comprarme una obra, por ejemplo del taller 
de El Greco, en la 3 edición de los Maestros de la Frieze que este año 2014 cuenta con el "mecenazgo" de Gucci.
Eso O alguna de alguno de sus doce apóstoles contemporáneos

by Pierre Gonnord

Por entre esas cosas que se me pasan por la cabeza, al leer que el archivo [dispuesto en cajas para mostrar cierto aspecto escultórico] de Graciela Carnevale, del colectivo Tucumán Arde, con documentación relativa a las diversas acciones realizadas por este colectivo de artistas, periodistas y sociólogos que dio título a la exposición que tuvo lugar en Rosario y Buenos Aires en 1968, con la que querían denunciar el abismo existente entre realidad y política, estaba también entre los Maestros de la Frieze

el archivo de Graciela Carnevale en el Tucumán Arde de Londres


no se si ha sido por El Greco, por los papeles de Ginés de Silva, por Buenos Aires... se me ha pasado el precioso recuerdo del prologo de la novela de Manuel Múgica Lainez "El Laberinto" que en mi edición perdida se llamaba prologuete, según mi recuerdo.


PRÓLOGO

En esta aldea barrosa o polvorosa, según la ira de las estaciones, cuyos únicos buenos aires circulan por su nombre de engolada vanidad, me pongo ahora a ensayar la ordenación de mis recuerdos, de mis aventuras, venturas y desventuras.Quien me lea, aprenderá que la antipatía del Destino le concedió a la parte amarga un peso muchísimo mayor que a la dulce.¿Por qué escribo, entonces? ¿Por desgarrar heridas viejas, de fracasos, y observar cómo fluye en ellas todavía, en lo profundo, el antiguo humor doliente? ¿Procedo a manera de aquel que se frota un miembro hace días golpeado, y experimenta una extraña voluptuosidad, mientras siente renacer, bajo la epidermis, el cosquilleo de la pena?Sé que lo necesito. Tal vez necesito recuperar lo que con los años voy perdiendo y que prevalece sobre las aflicciones, inseparables suyas: la Ilusión, esa bella, altiva o ingenua Ilusión que fue la antorcha de mi vida, en medio de la bruma, y que el Tiempo cruel sopla y apaga. De ilusiones vivimos, demasiado lo entendí. Y yo gocé el privilegio de que la Ilusión, desde que abrí los ojos, fuese mi nodriza. Hoy, saturado de ancianidad, me percato de que me esquiva, de que noanda conmigo ya, radiante, como en mi juventud. Su fuego me falta y su ausencia entorpecemi cuerpo frío. Quizás escriba para ver si de este modo, atizando cenizas en pos de una brasa,logro recobrar, como un diamante caído en el rescoldo, la chispa que alimentó mis grandes sueños. Y no me importa no dominar la ciencia del escribir. No me alcanzaron las horas para afilar la pluma, como aciertos ingenios célebres que tuve la honra de frecuentar, y lo que de niño coseché se me extravió en la largaruta. Pero presiento que si algo valen estos papeles manoseados, alguien los descubrirá en el correr de lascenturias; alguien acudirá a raspar, pulir, suplir, interlinear y engordar flaquezas, y a infundirles así, claridad y la robustez de que carecen. Acaso, en esta misma ciudad de los aires nada buenos, cuando ya no sea, por obra de los siglos, encogida y débil, sino fuerte y ancha, aparecerá un espíritu curioso, mezcla de albañil y poeta, y resolverá que los papelotes del soldado Ginés de Silva, limpiados, afirmados y dotados del justo y moderno capitel, merecen transformarse y levantarse con la elegancia de armónicas columnas.
Además, toda experiencia es útil: si no para aplicarla, pues en la práctica la de los otros para nada sirve, y apenas, apenas si nos sirve la propia, por lo menos servirá de diversión yentretenimiento, ya que no existe conjurador del tedio más eficaz que la lectura de las desgracias de un semejante.El hombre ¡ay! se nutre del hombre. El hombre es la hiena del hombre, o el lobo del hombre: ya lo dijo Plauto. Aquí me entrego a su devoradora pasión.Sentado cómodamente, junto a la lumbre, junto a la ventana, rico de los beneficios,que le otorgará el progreso, paladeará el que me lea, por contraste, los beneficios de una momentánea paz. Alzará del texto los ojos, los fijará en la estufa o en el paisaje, beberá un sorbo de vino, y apreciará la maravilla de su estado, mientras yo me debato en el forcejeo evocador de mil penurias.
Le ruego que brinde ese vaso de vino a la memoria de Ginés de Silva, el que tantos trabajos padeció, quién sabe si porque la Providencia quería que, de esa suerte, distrajera a un lector remoto de sus íntimos y solitarios pesares, que todos los tenemos.Cuando me narró la historia del Laberinto de su Creta natal, el pintor Dominico Greco añadió que la vida de cada uno de nosotros es un Laberinto también. En sus vericuetos, nos acecha el Minotauro de la decepción.Luchamos con él, le escapamos y tornamos a caer en su abrazo inexorable, hasta que sucumbimos por fin. Por eso titulé a mis folios El Laberinto y lo excusará el poeta Juan de Mena, que así denominó a su viaje por los siete círculos planetarios, pero la verdad, como me insistió el Greco que cada uno de nosotros posee su propio Laberinto, y éste, sólo mío es.
A esta altura del prólogo -que con exceso extendí, por lo que te pido disculpas, Lector-alguno planeará abandonar mi libro en su pórtico, pensando que únicamente lo forma la melancolía de las malandanzas, porque hay quienes buscan en la lectura, además del refocilo que causa el ajeno infortunio, la ocasión de desarrugar el ceño, dilatar los labios en sutil sonrisa y aun conseguir la franca risa higiénica que provocan el disparate y lo cómico.Yo le aseguro que asimismo encontrará en mis páginas ocasiones de solaz jubiloso, puesto que la trama de la vida, como la de los tapices, está hecha de hilos multicolores, y ninguna hay, por la gracia de Dios, tan negra que en ella no se mezcle, aquí y allá, la luz de una fresca flor perdida.
Y con lo que va, Lector, de ti me despido, deseándote mejor suerte y sin atreverme a desearte menos ilusiones que las que conmovieron, encendieron y maltrataron a tu devoto y siempre, siempre iluso.

Ginés de Silva
En la Santísima Trinidad de los Buenos Aires.


 Recuerde Reaccionar

hoy al mediodía en Bakixa



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