MIS OJOS, QUE CODICIAN COSAS BELLAS_ Fue Vasili Kandinsky quien construyó las bases teóricas que cimentaron la idea que se defendía desde el primer Jinete Azul en relación a que cada persona posee una verdadera vivencia o experiencia interna y externa, que se dan la mano gracias al ARTE. En “De lo espiritual en el arte”, cuenta que la obra de arte nace del artista mediante una creación misteriosa, enigmática y mística, y que luego se aparta de él, adquiriendo una vida autónoma, siguiendo el siguiente proceso: interviene la personalidad del artista, el artista expresa lo que le es propio de su época y lo que le es propio del arte, más la contemplación del color que produce dos efectos, uno físico y otro de carácter psicológico.
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El color, dice, el color es la tecla, el ojo el macuto, y el alma es el piano con sus cuerdas. El artista es la mano que, mediante una u otra tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana. El color, dice, es un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma. Tanto es así que, según jerga entre artistas, cuando a uno le preguntan por su estado, si no se encuentra muy bien respondería “completamente violeta”.
“Colores: Los colores y las formas en los cuadros de Gonzalo son espectaculares… Cada cuadro, además de la aventura de la creación, representa un drama. A veces parece, por ejemplo, que el cuadro es el terreno contiguo a la batalla entre colores”. Glosa Joseba Sarrionandia en un catálogo con pinceladas de su vida, que parece le hayan contagiado del extraordinario sentido del color de los franceses.
Alderrai es eso: COLOR. Poemas de colores vagando en las formas que les presta. Hasta este domingo.
Y a otro le parecerá otra cosa en
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