(para esta Semana Santa "el discípulo amado")
El discípulo a quien Jesús amaba es el discípulo del grupo original de seguidores de Jesús de Nazaret sobre cuyo testimonio se basa en buena medida el Evangelio de Juan. También es conocido como el «Discípulo Amado». Existen diversas teorías sobre la identidad de este discípulo y aunque la tradición lo ha identificado con el apostol Juan, la verdadera identidad del «discípulo a quien Jesús amaba» sigue siendo discutida.
(el discípulo amado a través de los ojos de SOLDE)
"El discípulo amado" de Antonio Enrique es un relato no concebido para el gran público, pero que sí debería llegar a quienes buscan una literatura de calidad y depararle al autor, el también poeta Antonio Enrique, reconocimiento como escritor singular y valioso, aunque exigente."
Argumento: Durante dos mil años un brevísimo documento biográfico ha sido objeto de miradas ingenuas, desconfiadas, astutas, teológicas, esotéricas, políticas y sentimentales. Pero los Evangelios nutren todavía, mediante la concisa elocuencia de sus imágenes, lecturas extrañas y revelaciones inesperadas. En la isla de Patmos, el viejo Juan Marcos, desterrado, consume los últimos días de su vida. Para él ha llegado el momento de comprender hasta qué punto fue atravesado por la palabra desnuda de un solo hombre. Pero más allá del desconcertante sacrificio en la cruz, Juan Marcos medita su doble condición de escogido. Es el testigo fiel, el que lo ha visto todo, el que rememora con nostalgia los tiempos que cambiarían la faz del mundo, pero también es el depositario de un secreto que conmueve la más secreta de sus visiones y el más radical de sus interrogantes. Prestando a la voz de la memoria los recursos estilísticos de una escritura adornada y elocuente, Antonio Enrique adopta los modos de aquel discípulo amado para compartir sus temblores sagrados y el peso de un destino que dos mil años después resulta tan enigmático como el primer día.
De entrada, al autor de un relato volcado en una figura semejante se le plantea la ardua cuestión de decidir qué grado de verdad histórica va a respetar. He aquí el primer y definitivo acierto de Enrique: actuar a la par con solvencia y libertad. Los datos utilizados resultan congruentes con lo sabido (tal vez con alguna tolerancia excesiva en la cronología) y con el perfil posible del personaje. Lo cual es más que suficiente tratándose de una narración que se mueve en el terreno pantanoso de intrincadas disputas suscitadas por teólogos, cristólogos y biblistas. A la vez, el contenido anecdótico del libro se presta a debate por sus polémicas y libres afirmaciones.Los expertos tendrán mucho que decir al respecto: si San Juan es hijo de Jesús y de María Magdalena, si se formó con los esenios, si se puede identificar con otro evangelista (se lo llama también Juan Marco), si los apóstoles andaban a la greña...O cuestiones teológicas: si Lázaro resucitó, si Cristo de verdad murió, si fue o no el Mesías...
Aduzco estos casos con el fin de apuntar la perspectiva heterodoxa adoptada por Enrique y subrayar su escasa importancia para el fondo del relato.
La plenitud de una narración histórica no procede tanto de la fidelidad a las fuentes -una auténtico maremágnum de hipótesis- como de la recreación plástica y verosímil de un tiempo, rescatado con intensidad por el autor. Y aquí sí que no cabe ponerle pega alguna a Enrique porque estas memorias del “discípulo amado” son la escritura viva de una experiencia iniciática, de un mensaje de amor y de una pregunta angustiada sobre el destino de la existencia.
En busca de dicho sentido, Enrique adopta un puñado de decisiones artísticas con la meta común de marcar su relato con un cierto grado de extrañeza. Una de ellas me parece muy discutible: no hay razón de peso para cambiar la transcripción gráfica de los nombres de Jesús, Pedro, Simeón, Juan, Judas Iscariote o Tomás por los respectivos Ieschua, Kepha, Shimëon, Iôhanan, Iehuda Ishsikarioth y Taôma. Afortunados, en cambio, resultan apuntes relacionados con la numerología mágica -frecuente en el contexto histórico real- y con el esoterismo. Y feliz es, también, el empleo de recursos de la lírica y el clima poemático de algunas secuencias (el relato de la crucifixión). Se trata, en cualquier caso, de recursos comedidos para arropar la reivindicación de un cristianismo genuino, basado en el misterio de la fe, inseparable, según se dice, del misterio de amor.
Enrique se desentiende del Cristo católico y romano, y proclama una religión de caridad que pueden compartir creyentes y agnósticos.
El discípulo amado es, en el fondo, un acendrado alegato espiritualista hecho en un tono emocional intenso y logrado.
(fuente: el cultural)
Se trata se un libro de una muy agradable lectura dando una versión más "interesante" de la historia de Jesús.
(Así lo recuerdo yo) y lo suelo ofrecer como regalo
Antonio Enrique es un escritor y poeta nacido en Granada. Desde el 2003, ocupa el sillón "Ñ" de la Academia de Buenas Letras de Granada. Durante el curso 1980-1981 fue profesor de Lengua en el Curso de Cou, en el Instituto de Durango (siempre contando cosas interesantes) siendo yo una de sus alumnos. Sin duda, una de las que más le supo valorar.
Su obra se adscribe en la denominada Literatura de la Diferencia, a la que dió nombre y de la que fue uno de sus más decididos impulsores, opción estética caracterizada por la heterodoxia sobre las tendencias dominantes.
Cabe destacar su vertiente crítica, a la que viene dedicando especial atención, con cerca de cuatrocientos comentarios, publicados en diversos suplementos literarios así como en revistas especializadas. Pertenece a la Asociación Nacional de Críticos y es vocal de la Asociación Andaluza de escritores y Críticos Literarios.
El discípulo amado (Seix Barral, Barcelona, 2000)
Visto en: casa del libro
Precio: 13,82€ (hoy envío gratis)
y los que aman, tambien por ti se recogen:
son poetas de una hora fugitiva,
su beso hace florecer una sonrisa en boca
inexpresiva, cual si la formasen más bella,
...
pero quizá lleguen a tener nietos,
en los que sus vidas verdes maduren:
a través de ellos heredarás tú aquel amor
que a ciegas y como en sueño se dieron
Rainer María Rilke
viernes, 8 de abril de 2011
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2 comentarios:
me ha gustado la escultura en hierro de SOLDE.El libro de Antonio Enrique parece bien interesante y muy adecuado para que meditemos ahora en Semana Santa.Y digo meditemos según nos han enseñado siempre en la religión católica.No se llega a ninguna conclusión. Lo que realmente pasó y fué,hay que creerlo por la fe. Han pasado miles de años se han traducido a muchas lenguas los evangelios, aquellas gentes vivían y pensaban distinto de nosotros, ni mejor ni peor, solo distinto.Lo realmente importante es el mensaje formidable que nos dejó Jesús y que muy pocos seguimos
a mi comentario anterior le sobra al final una s.quise decir muy poco
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