Navega el navegante, aunque sepa que jamás tocará las estrellas que lo guían

¡Salud a la cofradía trotacalle y trotamundo!


viernes, 3 de marzo de 2017

dale las gracias pues a Ludovico, o bien al ingenio y la mano de Leonardo

- Me puedo sentar ? - inquirió tímidamente el principito.
- Te ordeno que te sientes - le respondió el rey, que recogió majestuosamente un faldón de su manto de armiño.



Dale las gracias pues a Ludovico, o bien al ingenio y la mano de Leonardo, que te permiten participar de la posteridad (y al “sentir y/o razonar” de Ainhoa Ortells, que nos la ha traído a Durango)

ORTELLS

_MIS OJOS, QUE CODICIAN COSAS BELLAS_ Quienes la vean, por más tiempo que haya pasado/ dirán al verla viva: así nos basta/ para entender qué es arte y qué es naturaleza. Púrpura y armiño son dos palabras que se oían en la infancia: …y el rey vestía de púrpura y armiño; y la princesa con capa de púrpura y armiño… y Cecilia Gallerani tenía uno en el regazo. Esa es la identidad, ya desde 1992 oficialmente aceptada, de La Dama del Armiño, retrato pintado por Leonardo da Vinci hacia 1490, cuando se encontraba al servicio del duque Ludovico el Moro, apodado a veces Ermellino (armiño) desde que recibiera del Rey de Nápoles la Orden del Armiño, animal símbolo de pureza, y de quien era amante La Musa.


 
_¡A Da Vinci, que pintó una de tus estrellas! Cecilia, tan bella es hoy aquella frente_ Como decíamos ayer, Ainhoa Ortells nos presenta en el Museo de Arte e Historia obras maestra de grandes pintores, un ramillete de flores ajenas. Alguien podrá decir de mí, decía Montaigne,  que me he atrevido a hacer un ramillete de flores ajenas, cuando yo solo he aportado el cordel que las ata. Entre las flores, una deliciosa Dama del Armiño en versión de 21×15 cms.
De las muchas vicisitudes de la obra de Leonardo estas: perdida y reencontrada en Polonia hacia 1800, fue confiscada por los nazis a principios de la II Guerra Mundial y estaba destinada al Museo del Führer que Hitler fantaseaba para la ciudad austriaca de Linz. ¡Se Salvó!  Atribuida a diferentes autores, probablemente por el repintado del fondo, ahora luce en el Museo Czartoryski, de Cracovia y desde diciembre de 2016 es propiedad del gobierno polaco. Justo el año en que la razonó Ainhoa. En la obra de Leonardo, la mano  sobre el armiño acentúa la sensación de espacio y su intensa iluminación hace que parezca que la puedes coger. Esa mano amiga que fue de la filosofía, que fue además música y fue poesía. Esa mano medio “esfumada”  con un golpe de luz por Ainhoa. Luz, su particular “sfumato”. La perspectiva atmosférica, esa forma de sumergir los contornos en un ligero vapor, son aquí dos golpes de púrpura y armiño.

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Decía Jean Luc Godard que no importa de dónde sacas las cosas, sino a dónde las llevas: Pintura & pintura, un cordel que ata un ramillete de flores nuevas. Hasta el 5 de marzo.

Y a otro le parecerá otra cosa en MUGALARI.info

Un capítulo de El principito

Se encontraba en la región de los asteroides 325, 326, 327, 328, 329 y 330. Empezó entonces por visitarlos para buscar en ellos una ocupación y para instruirse.

El primero estaba habitado por un rey. El rey estaba instalado, vestido de púrpura y armiño, sobre un trono muy simple y sin embargo majestuoso.

- Ah! He aquí un súbdito, - exclamó el rey cuando divisó al principito.

Y el principito se preguntó: "Cómo puede reconocerme si nunca me ha visto antes !"

No sabía que, para los reyes, el mundo está muy simplificado. Todos los hombres son súbditos.

- Acércate para que te vea mejor - le dijo el rey, que estaba muy orgulloso de ser rey para alguien.

El principito buscó con los ojos dónde sentarse, pero el planeta estaba todo cubierto por el magnífico manto de armiño. Permaneció entonces de pie, y como estaba cansado bostezó.

- Es contrario a la etiqueta bostezar en presencia de un rey - le dijo el monarca. Te lo prohíbo.

- No puedo evitarlo - respondió el principito muy confundido. - Hice un largo viaje y no he dormido...

- Entonces - le dijo el rey - te ordeno bostezar. No he visto a nadie bostezar desde hace años. Los bostezos son para mí una rareza. Vamos! bosteza de nuevo. Es una orden.

- Me siento intimidado... ya no puedo... - dijo el principito todo colorado.

- Hum! Hum! - respondió el rey. - Entonces te... te ordeno bostezar unas veces y otras veces...

Balbuceaba un poco y parecía incómodo.

Porque el rey cuidaba especialmente que su autoridad fuera respetada. No toleraba la desobediencia. Era un monarca absoluto. Pero, como era muy bueno, impartía órdenes razonables.

"Si yo ordenara – decía habitualmente - si yo ordenara a un general convertirse en ave marina, y si el general no obedeciera, no sería la culpa del general. Sería mi culpa."


 Saint-Exupéry

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