“He decidido terminar rápidamente la guerra en el norte. Se respetarán las vidas y haciendas de los que rindan sus armas y no sean culpables de asesinatos. Pero si la rendición no es inmediata, arrasaré Vizcaya hasta sus cimientos, comenzando por sus industrias de guerra. Dispongo de medios para hacerlo”. (Emilio Mola, marzo de 1937)
EN EL CALENDARIO AÚN NO HA SIDO SEÑALADO EL DÍA. Todos los meses, todos los días están libres aún. A uno de los días le harán una cruz_ El 31 de marzo de 1937 era día de mercado y en Andra Mari, donde ahora está la tienda de Larrinaga, había una placita donde las aldeanas tenían montados sus puestos de venta de verduras y sus burros allí mismo amarrados. En la iglesia de Santa María de Uribarri celebraban misa. Donde ahora se encuentra el bar Pausta, Barrenkale 2, había una mercería. En ella, una prima de mi abuela que tenía 15 años, ayudaba a sus tías los días de mercado porque las aldeanas, tras la venta de sus productos, compraban en los comercios de las inmediaciones el género que precisaban. En esta mercería hilos, calcetines, ropa interior… En el momento del bombardeo la casa tembló y el mostrador se giró. Las estanterías cayeron y la puerta se rompió. De pronto, la tienda patas arriba. Las mujeres, tras comprobar que todas estaban vivas y que no estaban heridas, salieron de la tienda a la calle para ver qué había pasado y buscar a los de casa que no estaban dentro. En Andra Mari el infierno de Dante: burros muertos junto a los cadáveres de las personas que un momento antes animaban bulliciosas el mercado.
Heridos, humo, el pórtico de Santa María hundido… Era miércoles de Pascua y algunos de los parientes de la casa en lugar de acudir como de costumbre a la misa en Santa María fueron a la que se celebraba en Santa Ana por la muerte de un familiar, esta circunstancia hizo que probablemente se salvaran del infortunio.
Uno de la casa, un alumno de los Maristas de unos 12 años, tardó horas en ser localizado. Por la mañana, cuando comenzaron a sonar las sirenas y las campanas, los Hermanos mandaron a sus alumnos para casa y en el camino este niño vio morir al compañero que avanzaba a su lado, probablemente alcanzado por los ametrallamientos que los cazas realizaron sobre la población, después del primer pase del bombardeo.
La familia tuvo que dejar la casa y la tienda con todo dentro, pues el edificio entero estaba a punto de derrumbarse. Unos familiares les acogieron en un caserón hasta que pudieron organizarse. Ese niño que vio morir a su amigo, nada más entrar en esa casa en la que habían sido acogidos se refugió bajo una escalera y tardó 3 días en hablar. Para cuando lo hizo, se había comido completamente las uñas de las manos.
No pudieron volver a la casa de Barrenkale 2 y alquilaron una casa en Barrenkale arriba. Como la casa había de ser derruida para reconstruirla decidieron comprar el solar de Barrenkale 6 porque la casa se había derrumbado completamente por el bombardeo y era más fácil construir una nueva. Donde pusieron la nueva tienda está actualmente una carnicería.
Y a otro le parecerá otra cosa_ El día del Bombardeo mi padre tenía exactamente 1 año y 11 meses y yo creía que para ese día estaba ya evacuado en un caserío. ¡Ah, la memoria! La memoria nos llena de quimeras y, según me cuentan ahora, fue esa mañana cuando salieron andando hacia Mañaria. La insistencia en el toque de alarma que había empezado muy temprano y las octavillas lanzadas días anteriores hicieron que mi abuela y su hermana cogieran al niño y lo sacaran del actual nº34 de la calle Kurutziaga. Varias personas fueron acogidas en un caserío al ver que llegaban con niños y les dejaron pasar allí la noche donde les dieron leche a los pequeños y al resto sopa. (Ahora ya no se bien cuál fue la odisea. Afortunadamente yo no estaba).
Estrechando contra sí a los niños, las madres vigilan el cielo con terror a que aparezcan en él los descubrimientos de los sabios_ Sé que durante los bombardeos posteriores, mi padre estaba refugiado en un caserío, creo que en Orozketa. Y que su padre, cuando pasaban los aviones salía a gritarles que pararan, por los niños. Eso me lo contó la única vez que le vi pero yo tenía entonces 12 años y no me interesaba. Ni el bombardeo ni aquel desconocido. Lo único que creo saber ya es que mi padre niño, durante la guerra decía que él quería ser alemán. Me lo recordó una historia que oí contar a Alberto Barreña una vez. Que durante uno de los bombardeos, una hermana suya de 2 años le decía a su madre diles que no tiren, que no quiero morir. Y mi padre, con la misma edad decía quiero ser alemán, que no quiero morir. Por aquel entonces los ultracatólicos decían que los bombarderos eran “alemanes que no eran católicos”, por eso habían bombardeado Durango y las iglesias.
General, tu bombardero es poderoso, decía Bertolt Brecht .Vuela más rápido que la tormenta y carga más que un elefante. Pero tiene un defecto: necesita un piloto. General, el hombre es muy útil. Puede volar y puede matar. Pero tiene un defecto: puede pensar. MUGALARI.info
DE LAS BIBLIOTECAS
salen los asesinos.
Estrechando contra sí a los niños,
las madres vigilan el cielo con terror
a que aparezcan en él los descubrimientos de los sabios.
Yo crecí hijo de gente acomodada. Mis padres
me pusieron cuello duro y me educaron
en las costumbres de quien es servido
y me instruyeron en el arte de dar órdenes. Pero
cuando fui mayor y miré a mi alrededor
no me gustó la gente de mi clase,
ni dar órdenes ni ser servido.
Y dejé mi clase y me junté
con la gente de la clase baja.
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