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domingo, 25 de septiembre de 2011

tierra de encanto que los poetas han marcado


François Augiéras, el diablo ermitaño





"Isaki Lacuesta utiliza dos historias que se unen, se bifurcan y se llegan a confundir: un grupo que busca el búnker de Augiéras y la recreación del periplo de este moderno Ulises. Inventarse un doble, cambiar de forma o transformarse para renacer, formas de mitología y experiencias de una vida. Desde un sublime duelo de baile hasta una escena de amor tarifado el director plantea múltiples preguntas sin ofrecer una respuesta. Personalmente no la he encontrado pero ha resultado un verdadero placer acompañar a este docu-mentira o a esta ficción real. El director mezcla los géneros sin miedo, aventura, western, fábula o cuento, como se mezclan los colores, una combinación que, por momentos, resulta hipnótica y en otros enigmática. En todo caso, un camino atravesado a pasos firmes y decididos que, por su riesgo y valentía, puede que se dirijan directos a la Mención Especial del Jurado." (fuente: Carlos Loureda)


Ficción inspirada en la biografía del pintor y escritor maldito Augiéras. Coronel, explorador, cronista del Sáhara, coleccionador de figuras africanas, y de animales salvajes, ...ensayó sus pinturas sobre materiales trágicamente perecederos como hojas o superficies mal preparadas, destinadas a un olvido eterno, como en el fortín de El Goléa, Argelia. He leido ahora con motivo de la película que "el artista cubrió de pinturas un búnker militar en el desierto, y lo dejó hundirse en la arena para que nadie lo encontrara hasta el siglo XXI. La búsqueda del búnker sigue alimentando el mito"

Los Pasos Dobles del director catalán Isaki Lacuesta ha sido recibida por la prensa entre abucheos y gritos de indignación. (¡Y eso que iban gratis! )
Onírica recreación de la historia del artista francés François Augiéras (1925-1971), ha sido rodada en Malí y cuenta con la la presencia de Miquel Barceló.

(lápida realizada por su amigo Paul Placet)

En su agradecimiento, Lacuesta ha pedido al público “que no hagan caso a los críticos y que se dejen llevar por su sensibilidad”.

Delirios II
de Una temporada en el infierno

LA ALQUIMIA DEL VERBO

Ahora yo. La historia de una de mis locuras. Desde hacía largo tiempo, me jactaba de poseer todos los paisajes posibles, y encontraba irrisorias las celebridades de la pintura y de la poesía moderna.
Me gustaban las pinturas idiotas, dinteles historiados, decoraciones, telas de saltimbanquis, carteles, estampas populares; la literatura anticuada, latín de iglesia, libros eróticos sin ortografía, novelas de nuestras abuelas, cuentos de hadas, libritos para niños, óperas viejas, canciones bobas, ritmos ingenuos.
Soñaba con cruzadas, con viajes de descubrimientos de los que no hay relatos, con repúblicas sin historia, guerras de religión sofocadas, revoluciones de costumbres, desplazamientos de razas y de continentes: creía en todos los encantamientos.
¡Inventé el color de las vocales! -A negra, E blanca, I roja, O azul, U verde-. Reglamenté la forma y el movimiento de cada consonante y me vanagloriaba de inventar, con ritmos instintivos, un verbo poético accesible, cualquier día, a todos los sentidos. Me reservaba la traducción.
Al principio fue un estudio. Yo escribía silencios, noches, anotaba lo inexpresable. Fijaba vértigos.

Lejos de pájaros, de aldeanas, de rebaños,
¿Qué bebía, de hinojos en aquella maleza Circundada de tiernos boscajes de avellanos, Entre la bruma tibia y verde de la siesta?

¿Qué podía beber en ese joven río,
-¡Olmos sin voz, cielo oscuro, césped sin flor! En gualdas cantimploras, sin mi choza querida? Haciéndome sudar, algún áureo licor
Parecía el equívoco cartel de una taberna.
-Una tormenta borró el cielo. Al atardecer El agua de los bosques huyó hacia arenas vírgenes, Dios en los charcos carámbanos dejó caer.
Lloré mirando el oro -y no pude beber.

A las cuatro de la mañana, en el verano, El sueño del amor aún se prolonga. De la noche de fiesta, en los boscajes, El olor se evapora.

Bajo del sol de las Hespérides, Lejos, en su vasto astillero, En mangas de camisa agítanse Los Carpinteros.

En sus Desiertos de musgo, tranquilos, Preparan los artesones dorados,
En los que la ciudad Pintará cielos falsos.

Oh, por esos Obreros admirables, Súbditos de algún rey de Babilonia, ¡Venus! deja un instante los Amantes Cuya alma lleva tu corona.

Oh Reina de Pastores,
Ofrece a los trabajadores el licor de alegría, Que apacigüe sus fuerzas,
En espera del baño de mar a mediodía.
Las vejeces poéticas eran buena parte de mi alquimia del verbo.
Me acostumbré a la alucinación simple: veía muy claramente una mezquita en lugar de una fábrica, una escuela de tambores instalada por los ángeles, calesas en las rutas del cielo, un salón en el fondo de un lago; monstruos, misterios; un título de sainete erigía espantos delante de mí.
¡Después explicaba mis sofismas mágicos con la alucinación de las palabras!
Acabé por encontrar sagrado el desorden de mi espíritu. Permanecía ocioso, presa de una pesada fiebre: envidiaba la felicidad de los animales; las orugas, que representan la inocencia de los limbos; los topos, el sueño de la virginidad.
Se me agriaba el carácter. Decía adiós al mundo con unas especies de romances:

Rimbaud (de quien Augiéras era admirador)
(fuente de la traduccion :elortiba.org)

1 comentario:

CBM dijo...

Bueno, lo de recibir con abucheos no está mal si no te ha gustado, ¡aunque vaya uno gratis!.
El problema es que hoy día también todo el mundo se hace la pelota y se aplaude todo, lo cual no sirve de crítica ni hace que el creador avance y se replantee su obra. Yo no lo veo mal.
Hay auditorios musicales temibles a los que los directores van nerviosos pero entusiasmados porque el público es competente como para saber si la obra es buena o es mala, eso es constructivo.