leo que llega un momento en la vida de toda mujer en el que lo único que puede salvarla es una copa de champagne. Desde luego a mí no se si me salva pero me chifla desde el momento siempre.
¡Oh! ¡Quién me diera un sorbo de vino, largo tiempo
refrescado en la tierra profunda,
sabiendo a Flora y a los campos verdes,
a danza y canción provenzal y a soleada alegría!
¡Quién un vaso mediera
con bullir en su borde de enlazadas burbujas
John Keats
¡Ay!, luego me tomo una con Montalbano... ¡Chin Chin!
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