Navega el navegante, aunque sepa que jamás tocará las estrellas que lo guían

¡Salud a la cofradía trotacalle y trotamundo!


lunes, 8 de febrero de 2016

y qué porrazos le ha dado al pobre tabernero



ESCENA II

FIGARO. Ya me enteraré de lo que pasa. Las noticias llegan al mundo después de haber pasado por el clasificador de la barbería. Las barberías son las encrucijadas de las noticias. Esta navaja que ven ustedes rompe el cascarón de los secretos. Los barberos tenemos más olfato que los perros de presa; tenemos el olfato de las palabras oscuras y los gestos misteriosos. ¡Claro! Somos los alcaldes de las cabezas, los jardineros de las cabezas, y a fuerza de abrir caminitos entre los bosques del cabello nos enteramos cómo piensan por dentro. Qué bonitas historias podría contar de los feos durmientes de las barberías!



COCOLICHE. (Entre sueños.) Cristobita te pegará, ¡amor mío! Cristobita tiene una panza verde y una joroba verde. Por las noches no te dejará dormir con sus resoplidos. ¡Y yo que te hubiera dado tantos besitos! ¡Qué tristeza cuando te vi con el lazo en el pelo... Lo negro bajará hasta los pies!

Cuadro quinto

La escena representa una calle andaluza, con las casas blancas. En la primera casa hay una zapatería; en la segunda, una barbería, con el espejo y el sillón al aire libre. Más allá, un gran portón con este letrero: PARA TODOS LOS DESENGAÑADOS DEL MUNDO. Sobre la puerta, un gran corazón de gran tamaño atravesado por siete espadas. Es la mañana. En su zapatería está Cansa-Almas sentado en su banco, cosiendo una bota de montar y, esperando junto al silloncillo, Figaro, vestido de verde, con redecilla negra y tufos, afilando una navaja con un largo suavizador.


ESCENA PRIMERA

FÍGARO. Hoy espero la gran visita.
CANSA-ALMAS. ¿Qué vi-? ¿Qué vi-? (Una flauta dentro de la escena termina la frase.)
FÍGARO Don Cristobita viene; don Cristobita, el de la porra.
CANSA-ALMAS. ¿No te pare-? ¿No te pare-? (El flautín termina la frase)
FIGARO. ¡Sí, sí! ¡Claro! (Rie.)
UN GRANUJA.

Zapatero, tero, tero,
mete la lezna
por el agujero!

FÍGARO. ¡Ah! ¡Gran picarillo! ¡Picarillo! (Sale corriendo detrás.)

(Por el otro lado entra Currito, el del Puerto. Viene como siempre, embozado; al llegar al centro de la escena choca con Figaro, que vuelve muy de prisa del lado opuesto.)

CURRITO. Si me ensartas con la navaja, te saco los ojos.
FÍGARO ¡Perdón, musiú! ¿Se va usted a afeitar? Mi barbería...

(El pito continúa, y Figaro hace elogios de su talento accionando.)

CURRITO. ¡Vete a la porra!

Federico García Lorca


Y así es como yo recuerdo que eran los títeres de cachiporra a los que me llevaban cuando niña: uno con una porra se dedicaba a pegar a los otros ¡Cachiporre- cahiporre-! (El flautín termina la frase)

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