Navega el navegante, aunque sepa que jamás tocará las estrellas que lo guían

¡Salud a la cofradía trotacalle y trotamundo!


jueves, 4 de abril de 2013

el siglo de Luis el Grande


la Maison des Chercheurs Etrangers
Érase una vez una reina que tuvo un hijo, tan feo y contrahecho, que dudó largo tiempo sobre si tenía forma humana. Un hada que se encontraba junto a ella en el momento del nacimiento, aseguró que él no dejaría nunca de ser grato a los demás, porque tendría mucho ingenio y agudeza, añadiendo, que él mismo podría, en virtud de un don que acababa de otorgarle, conceder tanto ingenio como el suyo a aquella de quien se enamorase. Todo esto consoló un poco a la pobre reina, que estaba muy afligida al haber puesto en el mundo a tan feo monigote. Pero lo cierto es que el niño, apenas comenzó a hablar empezó a decir mil cosas amables, mostrando en todos sus actos un no sé qué de encantador que resultaba muy atractivo. Había olvidado decir que este príncipe seguir leyendo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no me acordaba del cuento. Gracias, por habérmelo recordado.Es un ejemplo de la cara, no es el espejo del alma?

Anisia Serendipia dijo...

A mi me tenía fascinada cuando era niña. Este y "El píncipe feliz" de Oscar Wilde.