Mi día…
Mi día es desordenado y absurdo:
al poderoso le pido pan,
al rico le ofrezco una limosna,
enhebro en una aguja – un rayo,
al ladrón confío – la llave,
con cascarilla doy color a mi pálido rostro.
El pordiosero no me da pan,
el rico no acepta mi dinero,
el rayo no entra por la aguja.
El ladrón entra sin llave,
y yo, tonta, me deshago en lágrimas-
por un día vano e inútil.
Marina Ivánovna Tsvetáyeva
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