DIFERENCIA Y UNIDAD da título a un proyecto en el que participan Koldo Etxebarria, Jon Azofra y Julio Mendikute. Expuesto en la Sala Municipal de Barakaldo se podrá ver hasta el día 14 de febrero, día también de la amistad.
MIS OJOS, QUE CODICIAN COSAS BELLAS_ Each x Other, el uno al otro, el uno por el otro…_ Estas navidades fui a visitar de nuevo la ciudad de Sheffield, en el condado de South Yorkshire. Para llegar hasta allí dejé a mi izquierda la campiña del distrito de los Picos, lleno de desolados páramos y cumbres borrascosas, segura de poder escuchar al espectro de Catherine llamando a Heathcliff desde el más allá de habérmelo propuesto. Una vez allí, cuando en medio del bullicio salía de mi tienda favorita vi esta camiseta de la firma francesa EachxOther con un texto impreso que me pareció poético y le saqué una foto. Más o menos dice así :
Una escultura puede ser hecha individualmente por cualquiera
Pero la ciudad es una escultura mágica de la mente grupal
La Ciudad es un diccionario de ideas
El pasado es una postal que dice
“te queremos pero intentemos algo más”
El futuro en una zona de juegos invisible
La ciudad es más salvaje de lo que crees
Y más amable de lo que crees
Es un valle y tú un caballo galopando en el
Es una casa y tú un niño dentro
A salvo y calentito aquí
En el fuego el uno del otro
Espacio humano a semejanza mía y semejanza tuya… leí en algún sitio que la ciudad ha sido la gran hacedora de subjetividades individuales y colectivas.
_Politeia, Constitución de la ciudad_ La Antigüedad acuñó la idea de la ciudad ideal con el propósito de concretar qué características debía reunir la ciudad para el desarrollo del hombre teniendo en cuenta su bienestar físico y sus necesidades sociales. Después, Platón abogó por la eliminación de la propiedad privada y el establecimiento de un sistema de solidaridad y justicia, con un sistema educativo para todos los ciudadanos. Por supuesto, una democracia en igualdad de género. Posteriormente, su discípulo Aristóteles definió la ciudad como una asociación de seres iguales, que aspiran en común a conseguir una existencia dichosa y fácil. Hará unos cien años, para Walter Benjamín la ciudad representaría la realización de un viejo sueño humano: el laberinto, que es la Realidad que persigue al flâneur [paseante “errabundo” por la ciudad] sin saberlo. Salir a pasear cuando nada te obliga y seguir tu inspiración, como si el solo hecho de torcer a derecha o a izquierda fuera en sí mismo un acto esencialmente poético.
_De purs miroirs qui font toutes choses plus belles: Mes yeux, mes larges yeux aux clartés éternelles!_ La serie de fotografías de Jon Azofra “Mundo y mirada sobre Londres” nos muestra su visión de una ciudad, para mí la que fue La Ciudad por antonomasia. Y es precisamente en sus calles donde lucen los street poems de Robert Montgomery, autor del texto impreso en la camiseta que arriba menciono. Sus obras ponen la poesía en frente de la gente anónima “que va y viene”, que se cruza… en formatos que atraen su mirada: poemas gráficos gigantes en muros de calles y vallas publicitarias. Es un trabajo “abierto al público que pasa” de un acólito del movimiento Situacionista, entre cuyos principales objetivos estaba el de acabar con la sociedad de clases en tanto que sistema opresivo, y el de combatir el sistema ideológico contemporáneo de la civilización occidental: la llamada dominación capitalista.
De entre ese público que pasa, Koldo Etxebarria nos muestra un “flâneur” que evoca algo mucho más sofisticado que el acto concreto de pasear por la ciudad: una manera de relacionarse con la realidad urbana y moderna. En sus imágenes realizadas con tecnología 3D, convierte al “flâneur” en un explorador poético, siempre adoptando una actitud contemplativa, abierto a todas las impresiones que le salen al paso, para recuperar vivencialmente la belleza, un estado interno del ser humano que habita en lo más íntimo de este. Así, los “flaneurs” de Koldo Etxebarria son paseantes pero en sentido intelectual, construyendo gradualmente una filosofía de pensar y de vivir: “un viajero en actitud contemplativa”. Para Etxebarria es en el silencio y en la soledad de la contemplación: Quien no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo en medio de una muchedumbre atareada escribía Baudelaire, donde descubrimos que la belleza está más allá de las formas y de los objetos de arte: que está dentro de nosotros. Esto que tan bonito lo dijo este poeta: tengo puros espejos que embellecen las cosas: mis ojos, mis dos enormes pozos de eternidad.
Fue precisamente a partir de la poesía de este poeta de la Ciudad como Walter Benjamin convirtió al “flâneur” en una figura emblemática de la experiencia urbana y moderna: el paseante aparentemente ocioso que callejea por la ciudad, que observa…
“La multitud es su elemento, como el aire para los pájaros y el agua para los peces. Su pasión y su profesión le llevan a hacerse una sola carne con la multitud. Para el perfecto flâneur, para el observador apasionado, es una alegría inmensa establecer su morada en el corazón de la multitud, entre el flujo y reflujo del movimiento, en medio de lo fugitivo y lo infinito. Estar lejos del hogar y aun así sentirse en casa en cualquier parte, contemplar el mundo, estar en el centro del mundo, y sin embargo pasar inadvertido —tales son los pequeños placeres de estos espíritus independientes, apasionados, incorruptibles, que la lengua apenas alcanza a definir torpemente. El espectador es un príncipe que vaya donde vaya se regocija en su anonimato […] Así, el amante de la vida universal penetra en la multitud como un inmenso cúmulo de energía eléctrica. O podríamos verlo como un espejo tan grande como la propia multitud, un caleidoscopio dotado de conciencia, que en cada uno de sus movimientos reproduce la multiplicidad de la vida, la gracia intermitente de todos los fragmentos de la vida” [Charles Baudelaire, “El pintor de la vida moderna”]
Para el “flâneur” la ciudad representa su escenario. Pero Benjamin nos alertan de que no hay que confundirlo con el mirón: porque el “flâneur” está siempre en posesión de su individualidad, mientras la del mirón desaparece bajo la presión del espectáculo, quien se hace un ser impersonal; ya no es un hombre: es público, es decir, muchedumbre.
Pintadas con la luz, el color y el velado de las formas es como las fotografías de Julián Mendikute vienen a iluminar los pasajes, los lugares ideales para el flâneur”. Luces de Ciudad cuya aparición dieron lugar al auge del noctambulismo en aquella época de poetas malditos.
_Horror de indiferencia_ Ya en el siglo XXI, perdida la confianza social, el estigma de la ciudad: la indiferencia, nos marca profundamente. Quiero recordar un texto de las Naciones Unidas que dice que es a través de la amistad, cultivando los lazos de la camaradería y fortaleciendo la confianza, como podemos contribuir a los cambios fundamentales y necesarios para alcanzar una estabilidad duradera, tejer una red de apoyo social que nos proteja a todos y generar pasión por lograr un mundo mejor, todos unidos por el bien común.
Diferencia y unidad, así como una hoja y otra hoja son la apariencia del viento que las lleva.
Y a otro le parecerá otra cosa
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