¡mi chaqueta de lentejuelas azules!... me la compré una Nochevieja en Lincoln. Empezaba a nevar y su canto de sirena me hizo entrar en una tienducha en la que me estaba esperando, hace muchos años.
las sirenas convencen, pero no sugestionan, y salen si mostramos un vaso de agua dulce
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marineros que ignoran el vino y la penumbra
versos de FGLorca para SDalí
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