Las setas y la fotografía, exposición de una selección de las instantáneas premiadas (y otras de miembros de la asociación) en los 15 concursos de ámbito estatal realizados por la agrupación ERROTARI, dedicadagía. En el Museo de Arte e Historia de Durango, hasta el 17 de septiembre según el catálogo editado para la muestra, a la que acompaña el comic sobre el fair play en el bosque “Basoaren zaintzailea”, del dibujante Raúl Fernández González, con el que se pretende fomentar el respeto por la naturaleza desde la infancia.
_ La niña y las setas_ Hubo una vez cuando los domingos por la mañana, y si no llovía mucho, las familias íbamos al monte. De muy pequeña a veces iba sola con mi padre y, mientras el iba a ver como evolucionaban los perretxikos descubiertos días antes bajo algún árbol, me dejaba sentada en una piedra: -no te muevas de aquí, me decía. Y no me movía, petrificada por el terror de verme sola. Seguramente mi padre me tenia a la vista en todo momento pero yo me maginaba que se perdía y me veía abandonada en el bosque como Gretel. El instante ese que describía Verlaine en el que se piensa en los relatos de ingenuas abuelas… bajo la maleza, allá, vivos manantiales con rumor de asesinos escondidos esperando. Y era entonces cuando me entraban una ganas descabelladas de echar a correr en dirección a La casita de chocolate. Mi padre quería enseñarnos a reconocerlos: galanperna, ziza, urretz, gibelurdin, saltsaperretxico…
_Adherida a un champiñón la hoja de un árbol desconocido_ Las setas nos traían visitas, a horas intempestivas para mi padre, que buscaban consejo sobre la idoneidad de su consumo y así aprendí de muchas que, a pesar de ser comestibles el, mi padre, no las comería.
A trueque, las setas siempre volvieron convertidas en cosas exóticas y una Nochebuena, cuando mi madre ya no estaba, me trajeron un plato de codornices elaborado por un experto cocinero.
Tres o cuatro días antes de morir, mi padre nos mandó a un paraje donde crecían escondidas unas setas: – id pisando con cuidado y no las cojáis todavía, nos dijo, solo decidme como van … cuando el otoño se levanta con su estandarte extenso eres tú lo que veo.
Coprinus picaceus (urbeltz zuri-beltz) ; favolaschia calocera de colores amarillo cadmio con selenio; marasmiellus candidus de blanco cándido y con gran parecido a las orquidáceas; Bulgaria inquinans (mukibotoi beltz)… vayan a verla y de vuelta de ese paseo dominical por el bosque celebren la caminata, como nosotros lo hacíamos en el bar Moscú, en el Siglo XX, en el Bikandi, en aquellos maravillosos bares de los hoteles de Ezkurdi, tomándonos un Kas en dos. O dos en tres, según la prole.
Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la naturaleza. Es una frase de Jacques Rousseau, uno que sostenía que el hombre (la humanidad) es bueno por naturaleza… sobre eso pregúntenle a Lorea, la guardiana del bosque.
Y a otro le parecerá otra cosa en MUGALARI.info
La brisa enredada trae
susurrante la voz compañera,
espíritus magníficos,
viejos amigos.
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